martes, 26 de mayo de 2009

Derecho a equivocarme

Cuando somos pequeños vamos al colegio "por nuestro bien". Con el tiempo vamos eligiendo las asignaturas y, con esto, el resto de nuestra vida. Vamos a la universidad porque "es lo que hay que hacer". Y cuando acabamos debemos ponernos a trabajar en una empresa "para ganarnos el pan".

Ahora en serio, ¿dónde están las cámaras ocultas? Porque uno no está 23 años formándose (en el mejor de los casos) para pasarse el resto de su vida haciendo un trabajo rutinario y sin ninguna motivación personal más que hacer más rico a nuestro jefe, para que éste pueda comprarse un papel higiénico más suave y esponjoso. A cambio, podremos comprarnos una tele enorme y un montón de cosas que realmente no necesitamos.

No hay trato.

Parece tan evidente que extraña verse rodeado de tanta gente que hace eso mismo y no parece plantearse nada. ¿No lo hacen? ¿Lo hacen pero no ven otra posibilidad? ¿o es que realmente se sienten realizados?

El problema viene cuando uno trata de salirse del rebaño para buscar algo que le llene como persona y en vez de recibir ánimos por mostrar el valor suficiente para arriesgar en pos de buscar su propio camino, uno no recibe más que reprimendas por dichas ideas. Se le acusa de "tirar la toalla" o se recurre al chantaje con un "me decepcionarías", cuando lo decepcionante debería ser realizar un trabajo que no te gusta como si fueras un autómata y tirar la toalla de tomar el control de tu vida.

No parecen darse cuenta de que todo el mundo no quiere para sí el mismo destino y no se debería reprimir a aquellos que intentan buscarse el suyo propio, aunque fuese únicamente por el placer de tomar los mandos del barco. Hasta que uno no toma el control de su vida no se llega a sentir verdaderamente vivo.

Sólo estoy pidiendo el derecho a equivocarme