lunes, 8 de junio de 2009

La rutina. El día de la marmota

En la vida en pareja siempre ronda cierto temor a la rutina. Todos hemos oído alguna vez a alguien justificar el fin de una relación con un "caímos en la rutina". Sin embargo, la rutina casi nunca suele ser la culpable. Para demostrarlo, dividiremos a las relaciones en dos tipos distintos:
  1. Relación en la que haces muchas cosas, cada semana algo distinto. Estarás bastante ocupado y encontrarás el entretenimiento en lo que hagas, más que en la persona que esté contigo.
  2. Relación en la que haces siempre lo mismo. Cómo te lo pases dependerá de tu acompañante. Si no congenias bien con él/ella, acabarás "harto de la rutina".
Cuando una pareja empieza la relación es más parecida al primer caso (es todo nuevo, tratas de innovar más a menudo, ...), pero con el tiempo la relación se va estabilizando y se parece más a la segunda. Y ahí es cuando empiezan a conocer realmente a la otra persona y ven si se lo pasan bien por lo que hacen o por cómo es su pareja.

Llegado este punto hay muchas parejas que lo dejan, echando la culpa a la rutina. La rutina ha provocado la ruptura de la pareja, pero no por sí misma sino porque ha dejado vislumbrar que ambos no son compatibles.

El principal problema de esto es que los muy pánfilos piensan "hemos roto por haber caído en la rutina; la próxima vez intentaré hacer todo lo posible (ir cada día a un sitio distinto, no hacer cosas por costumbre, ...) para no caer en la rutina". Pero los muy zoquetes no se dan cuenta que así lo único que consiguen es alargar el tiempo hasta que se conocen realmente. Los hay incluso que para salir de la rutina se van a vivir juntos, se casan o incluso tienen descendencia.

Pero tarde o temprano, caerán en la rutina y verán cómo es el otro. Y como no te guste... mejor haberte dado cuenta prontito... que haciendo partición de bienes y de custodia compartida.

Obviamente, esto también es aplicable a las relaciones de amistad. Si tienes una buena relación con tus amigos puedes quedar siempre en el mismo sitio, ir a cenar al mismo restaurante, tumbarte en el mismo césped e ir al mismo garito de siempre... y te lo pasarás genial porque disfrutas más de su compañía que de la novedad que supone ir a un sitio nuevo. Sin embargo, si intentas hacer eso mismo con otros amigos con los que no te lleves tan bien acabarás "harto de la rutina". ¿De la rutina? No.