Obviamente, durante esta semana debemos comer igual que lo hacemos normalmente. Sino lo que conseguiríamos es creernos que nuestros niveles son otros y no podríamos ajustarlos adecuadamente. En mi caso, éstos son los resultados:
Falto de: Agua, hidratos de carbono, ácidos grasos poliinsaturados y vitaminas A, D y E
Exceso de: Proteínas, ácidos grasos saturados y sodio (sal)
Aumentar el consumo de:
Agua: Beber más agua a diario e intentar tener siempre una botellita a mano.
Ensalada y frutas: De acompañamiento en las comidas. Aumento de hidratos de carbono y ácido fólico.
Zanahoria: En las ensaladas. Gran aporte de vitamina A.
Frutos secos: A media mañana. Fuente de fibra, ácido fólico y vitamina E.
Atún: En bocata. Aporta bastante vitamina D.
Reducir el consumo de:
Carne y embutidos: En Occidente solemos recurrir demasiado a menudo a la carne, lo que conlleva un exceso de proteínas animales y lípidos.
Bollería industrial: Mayormente para picar algo, cambiándolo por algo más sano. Así, reducir el consumo de grasas saturadas.
Sal: Evitar el exceso de sal en las comidas.
Además, de esta manera conseguiremos reducir la tensión arterial, el colesterol malo y la glucosa en sangre, al mismo tiempo que aumentamos el colesterol bueno.
Con esta entrada ya doy por terminada la sección terminada a la nutrición, que espero que haya servido para concienciarse de la importancia de una dieta variada y sana por los efectos que ésta tiene en la salud y en nuestro bienestar.
Fuente: Tabla de composición de los alimentos - VVAA - Editorial Pirámide
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